Pequeñas dosis de radiación UV son beneficiosas para el ser humano y esenciales para la producción de vitamina D. En el ser humano, una exposición prolongada a la radiación UV solar puede producir efectos agudos y crónicos en la salud de la piel (acelera el envejecimiento de la piel y la pérdida gradual de su elasticidad produce arrugas y una piel seca y áspera), los ojos y el sistema inmunitario. Las quemaduras solares y el bronceado son los efectos agudos más conocidos de la exposición excesiva a la radiación UV; a largo plazo, se produce un envejecimiento prematuro de la piel como consecuencia de la degeneración de las células, del tejido fibroso y de los vasos sanguíneos inducida por la radiación UV. Puede producir también reacciones oculares de tipo inflamatorio, como la queratitis actínica. Los efectos crónicos comprenden dos grandes problemas sanitarios: los cánceres de piel y las cataratas.
La Organización Mundial de la Salud ha creado un índice de radiación ultravioleta (UVI) y se está implantando en muchos países del planeta. Este índice es una medida de la intensidad de la radiación UV solar en la superficie terrestre y se expresa como un valor superior a cero, y cuanto más alto, mayor es la probabilidad de lesiones cutáneas y oculares y menos tardan en producirse esas lesiones. En España la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) avisa diariamente de este valor. Lo puedes ver en su web.
Con este índice se quiere concienciar a la población de los efectos de la radiación solar y dar unos consejos para minimizar el riesgo. El índice tiene los siguientes valores y categorías:
La radiación ultravioleta que llega a la superficie terrestre depende de:
- La zona del planeta: cuanto más cerca del ecuador estemos mayor radiación recibiremos.
- La época del año: cuanto más alto esté el sol en el cielo, más intensa es la radiación UV, en verano el sol alcanza su punto más alto y en invierno el más bajo, siendo en primavera y otoño un punto intermedio.
- La hora del día:
a medio día se alcanza el máximo de radiación
- La altitud: cada
300 m de altitud respecto al mar aumenta la radiación un 4%.
- La nubosidad:
sin nubes se alcanza el máximo de radiación, pero las nubes absorben poca radiación UV.
- El ozono: la
capa de ozono absorbe gran parte de la radiación y con la contaminación cada vez es más estrecha y nos llega más radiación.
- La reflexión en superficies claras: la arena de la playa y la nieve
reflejan mucha radiación por lo que no solamente la radiación viene de arriba, hay que
tenerlo en cuenta a la hora de protegernos sobre todo la protección ocular.
Desde el punto de vista de la salud pública, es especialmente importante proteger a los grupos de población más vulnerables, aquellos con la piel muy clara (más del 90% de los cánceres de piel no melánicos se producen en los fototipos I y II) y los bebés y niños ya que las quemaduras solares sufridas durante la infancia y la adolescencia constituyen un importante factor de riesgo de cáncer de piel, especialmente de melanoma maligno. Aunque las personas de piel oscura tienen menor incidencia de cáncer de piel, también son sensibles a los efectos nocivos de la radiación UV, especialmente los que afectan a los ojos y al sistema inmunológico. En la siguiente tabla puedes saber qué fototipo de piel tienes y la crema que deberías usar (de la web https://farmaadicta.com/)
Visto todo lo anteriormente explicado puedes ver en la siguiente tabla una serie de falsas creencias mundialmente aceptadas que nos hacen ponernos en riesgo ya que pensamos que son ciertas y nos sobreexponemos a la radiación solar.
Así que protégete del sol y protege a tus pequeños durante todo el año y en verano especialmente: evita la sobreexposición, las horas centrales del día, usa sombrero y gafas, incluso manga larga y una buena crema solar con un FPS adecuado a tu fototipo de piel.
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